martes, 25 de agosto de 2009

Israel, ilusión de vivir

Israel, 25 de Agosto de 2009

Desde el momento en que anuncié a mis allegados que viajaba a Israel, todo fueron muestras de preocupación: ¿pero no es ahí donde esta la guerra? ¡ten mucho cuidado alli! ¡no vayas sola a ningun lugar! ¿Qué te vas a Israel? ¿pero vas a estar segura? …etc, etc.

Pues bién, aquí estoy en Israel a pocas horas de acabar ya mi contrato y con un sabor dulce en los labios por el recuerdo que me llevo de aquí.

A mi llegada hace tan solo 16 dias, sinceramente esperaba encontrar todo un despliegue militar y un control exhaustivo no sólo en el aeropuerto sino en toda la ciudad, pues imagínense cuál no sería mi sorpresa al encontrar que el aeropuerto de Tel-Aviv no daba signos de mayor vigilancia que la que puede haber en un pais en momentos de paz como el nuestro.
Mi alojamiento está situado en un barrio muy céntrico, lleno de vida, de música y de gentío. Hay un mercadillo característico en el que el colorido de las ropas se funde con la fruta, las especias, las flores, las golosinas…y yo sigo sin ver ni un solo militar.
Llega la noche y las calles del centro siguen llenas de vida, los israelíes son gente alegre, con ganas de vivir, activos y extrovertidos. Todos hablan inglés además de su lengua natal, incluso la gente mayor y los niños, ¡que alegría poderme comunicar con ellos tan facilmente!
El día de la función el teatro estaba repleto, los israelíes son un público entusiasta, desde el escenario escucho los “oles” del público, tengo la sensación de estar en mi patria.
La compañía flamenca COMPAS de Mijal Nathan y organizadora de los eventos para los que he venido tiene una semana de infarto: ¡4 funciones con repertorio distinto en tan solo 3 días!
El segundo día de función en el mismo teatro realizan una matiné “Carmen” para niños, lleno absoluto.
Por la noche vuelven a actuar, esta vez una obra basada en la Biblia, “El rey David y Bat-Seba”. Me siento en el patio de butacas en el único sitio libre que debe quedar pues el teatro vuelve a estar repleto, quedo extasiada con la obra… ¡Ole tu Mijal por esta obra llena de sensibilidad, Ole tu por tu versatilidad y Ole tu por tus ganas de luchar en lo que crees!.
Al día siguiente debutan una nueva obra para niños “Blanca Nieves y los siete enanitos”. Frente al teatro hay una fuente cuadrada a un palmo del suelo con agujeros de los que brotan los chorros de agua, los niños antes de entrar a la función jugetean en la fuente, una improvisada piscina para menores de 6 años, y yo sigo pensando… ¿es aquí donde estaban en guerra?
Comienzan los cursillos y encuentro en él a una buena compañera, Sharon a la que hace años no veo, la sonrisa me desborda la cara ¡que alegría da volver a ver a viejos compañeros! toda una sorpresa para mí.
El ambiente durante todo el curso excepcional, gente con buen nivel, gente con ganas de aprender, las chicas de la compañía COMPAS trabajan con el corazón y las entrañas, no importa cuantas coreografias tengan en la mente entre funciones y clases, ¡toda una locura! pero ellas pueden…ahí estan…¡al pie del cañon!
Y por último, me guardo en mi recuerdo los dias vividos con Mijal y su familia, puro amor, ternura y respeto. Me quito el sombrero y me inclino en una reverencia. No sé como daros las gracias por todo lo que he aprendido a vuestro lado, por la humildad y la belleza que desprendeis.
Y tras todo este despliegue de alegría, de ganas de vivir, de normalidad… yo sigo pensando…¿y es aquí donde estaban en guerra?

Inmaculada Ortega

viernes, 6 de febrero de 2009

Un oasis flamenco

Madrid 06 de Febrero de 2009


No puedo más que tener palabras de elogio para un lugar tan especial como es Brasil y más exactamente la cuidad de Río de Janeiro.

Cansada de un vuelo de diez horas, escuchando los “grititos” de un bebé que incesantemente ha intentado despuntar por Alegrías, o por Soleá ¿quién sabe? quizá su madre lo sepa. El caso es que el bebé gritaba más que el mismísimo Potito cantando al siete por medio ¡divino angelito…!

Llego al aeropuerto y encuentro un recibimiento de lo más cálido y familiar. Los abrazos y los besos inundan mi cansado pecho y resbalan sobre mi ser cual refrescante agua de Mayo.

Al día siguiente comienza el duro trabajo; por la mañana ensayos, por la tarde cursillos.
Durante el ensayo me embobo observando con cuánto cariño e ilusión han practicado los bailes que les coreografié el año anterior.
Su disciplina impecable, sus sonrisas destellantes, toda una inyección de energía y positividad para el resto del día.
Llego a las clases y reconozco caras de mi vez anterior en Río. Saludos calurosos, noto en ellos atención y una pizca de temor ante la posible dificultad de los pasos.
Hora tras hora reconozco la misma ilusión, las mismas ganas de bailar, las mismas radiantes sonrisas.
Me maravillo ante tanto amor por el flamenco, pero lo que más me asombra de todo es la humildad y el respeto que demuestran tener.
Sin importarles el dolor de pies, el cansancio físico o el embotamiento mental, día a día llenan las salas de baile con el más hermoso efluvio que pudiesen emanar: el de la hermandad.
Todos se aunan entre clase y clase para ayudar al prójimo con aquel paso que tardaron en procesar.
Me preguntan cómo puedo soportar las eternas horas de trabajo, se sorprenden ante mi renovada energía…no saben que la fuente procede de ellos…

Soy un caminante sediento, casi agotado por mil batallas, enemigos y traiciones a mi espalda. Hago un alto en el camino, reposo y bebo el agua de “Rio”
Bendita agua joven y pura, benditos todos vosotros que me devolveis las ilusiones perdidas en el camino. Benditos vosotros brasileños por el amor que me habeis regalado, por el respeto demostrado y por la ilusión que pusísteis sobre el escenario.

Por siempre en mis recuerdos quedará Río como ese oasis flamenco en el que poder descansar tras un arduo camino.

Inma.

martes, 23 de diciembre de 2008

Los Reyes te traerán carbón...

Murcia 23 de Diciembre de 2008

Los Reyes te traerán carbón…

Erase una vez un niño tímido que soñaba con ser bailaor.
Desde bebé pataleaba en su cochecito dando anticipadas muestras de su futura portentosa habilidad con los pies. ¡Éste, bailaor o futbolista seguro! decían todos ¡mírale, mírale como patalea!
Pues sí que pataleó, zapateó y zapateó durante años y estudió con todas sus ansias hasta que los resultados fueron obvios a corto plazo.
Mientras los demás niños de su edad jugaban al futbol en la calle, él ensayaba y ensayaba...y tanto ensayó que un día sus pies parecieron bailar por sí solos. Adquirió una destreza inusual y un dominio corporal tan preciso que pronto destacó en cualquier estilo de danza que se propusiese. Definitivamente había nacido para ser bailaor.
El niño tímido creció y de igual manera creció su talento. Su destreza técnica rozó lo inalcanzable y su estilo personal marcó su sello de por vida. Era único, superior. Su línea estética tan solo igualable a la de un caballo pura raza cortando el aire a cada pisada, su trote elegante, su porte seguro… ¿qué más se podía pedir?
El niño tímido transformado en hombre se había convertido en un precioso ejemplar, tan precioso que todos le envidiaron.
Sus compañeros ante tanta virtud sintieron celos y poco a poco la envidia esparció su arácnido telar.
El hombre tímido por vez primera sintió el frío de la soledad.

Melchor, Gaspar y Baltasar deliberaban junto a una hoguera. No resultaba fácil decidir el regalo de cada quién, ni mucho menos qué lección debieran dar a aquel que la mereciera.
Los tres Reyes pasaban las noches en vela pensando y pensando… y entre pensamientos a veces la música se filtraba desde la tierra, llamando la atención en especial de Melchor a quien el flamenco le comenzaba a correr por las venas.
Los acordes de una guitarra le enmudecían el pensamiento mientras sus dedos hipnóticos se deslizaban por un mástil de ensueño. ¡Qué suavidad en cada traste! ¡qué vibración con cada cuerda!
De repente algo llamó su atención: ¿y ese compás de fondo? ¿y esos brazos que destellan?
¡Venid, venid, Gaspar, Baltasar, venid! Mirad cuánta virtud en ese hombre, mirad el brillo que su timidez refleja…

El hombre tímido en su más profunda soledad bailaba su gran pena: el no tener con quién compartir el fruto de su carrera.
Decidió pues ser profesor y legar a sus alumnos el don con el cual había sido bendecido. Pronto sus clases se llenaron y tuvo efímeras alegrías ya que sus discípulos recibieron con ansia a quien tanto les ofrecía.
Los pequeños flamenquitos sin embargo no poseían la bondad del profesor y pronto la ambición oscureció sus corazones. El conocimiento se transformó en soberbia, la ilusión en ambición sin límites, la seguridad en egocentrismo y la individualidad tomó el poder.

Los Reyes Magos ante tan triste imagen decidieron tomar cartas en el asunto y aquella Navidad bajaron como lo han hecho durante siglos, a entregar sus más preciosos regalos y sus más temidas lecciones.
De todos era conocido que los Reyes Magos no sólo traían regalos sino también carbón para aquellos cuyos corazones albergaban malos sentimientos.
Aquel cinco de Enero mientras todos dormían Melchor entró en casa del hombre tímido. Como regalo depositó su oro y a cambio se llevó la soledad.
Mientras tanto, Gaspar y Baltasar recorrían los hogares de los pequeños flamenquitos dejando en ellos pequeños sacos de carbón con la esperanza de que éstos aprendiesen bien la lección.
Al acabar la noche de entregas, Melchor, Gaspar y Baltasar regresaron junto a la hoguera y desde allí observaron…

El hombre tímido al despertar descubrió una cajita. Curioso la abrió despacio y el resplandor del oro inundó todo su ser.
Con toda su bondad agradeció al cielo el hermoso regalo y por ello bailó hasta la eternidad.
Los pequeños flamenquitos abrieron los ojos y cegados por su propio egoísmo, al ver aquellos simples sacos de carbón, estallaron de ira y su soberbia casi entró en ebullición.
Pasaron los días y los corazones de los flamenquitos se oscurecieron como el mismísimo carbón. Tanto fué así que incluso odiaron a su profesor porque éste brillaba, porque su bondad resplandecía, porque su alma generosa jamás se dió por vencida y porque hizo lo indecible por ayudarles; hasta incluso entregar su más preciado regalo, el oro de Melchor.
Los flamencos codiciosos desaparecieron con el oro y sedientos de ambición lo cambiaron por falsas promesas, por sueños de fama, por grandeza, por viles empresas, por gente deshonesta, por egoísmo, por soberbia, por soledad, por frustración, por penurias, por falsedad, por tristeza y finalmente… por lo que siempre fué lo que merecieron: “por puro carbón”

Desde arriba Melchor, Gaspar y Baltasar comentaban tristemente:
“tardaron años en aprender la lección…”

FIN



La fuente de inspiración para este cuento la encontré en dos grandes maestros como son Domingo Ortega y Joaquín Ruiz.
A ellos deseo dedicarles este cuento de Navidad, pero también a aquellos corazones oscuros que jamás supieron apreciar lo que Joaquín y Domingo les enseñaron con tanta bondad.

Inmaculada Ortega.

lunes, 3 de noviembre de 2008

Mis mejores deseos para Mar y Adi

Catania 02 de Noviembre de 2008

Hoy se celebra la unión matrimonial de una entrañable persona que a mi vida entró por las puertas del flamenco.
Aún sin ella dedicarse a él, sin tener una marcada afición al mismo, como tantas cosas en mi vida, el flamenco la arrastró hasta mi orilla.
Nos conocimos en una peculiar situacíon, precisamente la menos deseada por ambas, pero a pesar de ello nuestros lazos se estrecharon tiernamente y casi podría decir que al compás de una banda sonora ¡de primera! cuyo director (ahora en los cielos junto a su admirado maestro Marote) nos brindaba la ternura y el sentimiento que siempre supo transmitir con su guitarra.
Ian Davis fué y será siempre un maestro para mí.
Su forma de tocar, ortodoxa y sobria me aportaba el conocimiento del que carecemos la mayoría de los jóvenes.
Hoy siendo “un poco” menos joven y una pizca más sabia, me detengo en el camino a evaluar cúanta ayuda he tenido hasta hoy de gente como él.
Gente que ya no está fisicamente con nosotros pero que indudablemente sigue y seguirá existiendo porque el amor, el respeto y las lecciones que nos brindaron son hoy el reflejo de nuestro ser.
No soy más que el fruto de muchas semillas; algunas fuertes y vigorosas como las que sembraron bajo mi talle dos de mis primeros maestros, los jerezanos Cristóbal Fernández y Juanerre, mi buen amigo Ian Davis, mi alegre y simpático compañero Pedro Blázquez o mi entrañable hermana Ani.
Todos me dieron lecciones de vida y todos contribuyeron a formar la bailaora que hoy soy.
Y volviendo al hoy…¡Hoy Mar se nos casa!
Esa mujer que llegó hasta mi orilla devastada por una marea incontrolable…
Hoy Mar se pone en pié y rehace su vida llena de alegría y de ilusión.
Siento no haberla hoy podido abrazar. El flamenco la atrajo a mí y el flamenco me ha apartado de ella en este día tan especial. Pero desde este rinconcito escribo y pienso en ella, deseándole toda clase de dicha, porque se lo merece como pocos en este mundo, por toda su bondad, su generosidad y su ternura.

¡Bailo hoy por ti Mar!

Mis mejores deseos para Mar y Adi
Inma.

domingo, 12 de octubre de 2008

Me siento afortunada por lo mucho que me da la vida.

Canadá, 07 de Octubre de 2008

Hay un anuncio en televisión (no deberia hacer publicidad) de Aquarius (ups se me escapó) en el que un señor mayor con acento argentino dice al final del spot:

“EL SER HUMANO ES EXTRAORDINARIO”

Pues eso es exactamente lo que yo pienso, cuando leo vuestros mensajes.

En mi anterior escrito os comentaba lo difícil que es vivir en este mundo tan competitivo. Debo confesar que muchas veces me desmoralizo y llego a preguntarme: ¿qué hago yo luchando contra corriente?.

Siento como si el resto del mundo fuese a 120 kms/hora por una autovía y yo hubiese elegido el camino más angosto y largo. Y es exactamente en esos momentos cuando decido entrar en estas páginas y leo uno por uno vuestros mensajes; y siento como si me hubiese tomado ¡7 Redbulls! (¡alaaa! ¡otra vez con la publicidad!. ¿No será síntoma de estar viendo ultimamente demasiada televisión? Upssssssssssssss que vergüenza…)

Me pregunto cuánta gente hay en el mundo que jamás ha recibido ni una milésima parte del cariño y el coraje que recibo yo.

¡Cómo no sentirme afortunada si tengo a mi alrededor a tanta gente que me quiere!

Debo confesar que aunque me gusta bailar lo que más me gusta, y con diferencia, es enseñar.

El subir a un escenario, me permite liberar mi fantasía, convertirme en alguien soñado, ser etérea y transformarme en música, en brazos, o incluso en flor; ser una reina o un simple títere, ser cualquier cosa que jamás se pueda soñar.

Pero cuando doy clases me siento ante todo HUMANA, la fantasía pasa a un segundo plano y esa conexión con el público, que en el teatro pendía de un hilo… en un estudio se convierte en un cableado de banda ancha.

Ya no se trata de mí, se trata de ellos, de esos alumnos que tengo frente a mí, mostrándome una confianza ciega, abriendose a corazón abierto, mostrándome sin tapujos su respeto y dándome lecciones de vida. Se convierten en una frágil y preciosa materia prima, moldeable y personal al mismo tiempo. ¿Qué artista no se rendiría ante tal encanto?

Cada día doy gracias por haber nacido artista, ¡ ya lo decia mi madre! cuando de bebé me desperezaba en sus brazos tras mi sueñecito lechal, ella decía a mis hermanas: “mira sus manitas, ésta será como mínimo bailaora….”

¡Como mínimo mamá! como mínimo… como máximo PROFESORA.

Con el permiso de todas mis alumnas este relato deseo dedicarlo a alguien tremendamente especial para mí: NORIKO SAN.

martes, 12 de agosto de 2008

Un mundo enfermizamente competitivo

Madrid, 12 de Agosto de 2008

Un mundo enfermizamente competitivo

Cada noche mientras todos duermen yo me subo al firmamento, tengo allí una pequeñita parcela, quizá mida poco más de metro y medio; lo suficiente para colocar mi sillita de enea. Un asiento privilegiado en las alturas, reservado exclusivamente desde el día en que nací.
Reservado desde entonces no sé por quién ni para qué …. aunque ahora tengo la firme sospecha de que quizá fuese mi madre la que ahorró cada semana un “durito” para comprarme aquel trocito de cielo, privándose de todo lujo la mujer, para que yo pudiese un día soñar…con las alturas.
Y aún sin estar segura del verdadero inversor lo que sí es cierto es que un día le encontré la utilidad a la humilde parcelita.
Tendría yo poco más de 7 años y con más miedo que vergüenza una noche desvelada decidí subirme allí.
Con sorpresa descubrí que alguien me había puesto unas tablitas y junto a ellas mis zapatos de lunares, ¡aquellos que tanto amaba!.
Convertí aquella parcela en el mayor de los teatros.
Aprovechando la ausencia de presencia humana, (es lo que tiene el firmamento…que mires donde mires no se ve un alma…) desplegaba las alitas de mi fantasía soñando con ser una gran bailarina: recitaba poemas de Lorca, imitaba a Lola Flores, arremolinaba la bata de cola como Pepa Montes, alzaba los brazos ansiando encontrar el reconocimiento de mi público imaginario, ¡mi gran público!

Con el tiempo dejé de soñar… nos ocurre a todos y dejé de subirme a la parcela, estaba ¡tan sola!. Me refiero a la parcela.

La vida a veces nos arrastra con tal violencia que en la embestida nos arranca los sueños sin darnos cuenta y quizá eso fué lo que ocurrió, que robaron mis sueños de altura…
Pero como no hay mal que por bien no venga, otro buen día o mejor debiera decir, otra buena noche de desvelo, decidí subirme allí de nuevo.
Esta vez no para bailar sino para observar.
Guiada y aconsejada por mi muy querido Walter me subí una sillita y allí arriba me senté durante horas simplemente a contemplar.

Divisé aquí abajo un mundo muy interesante, un precioso mundo lleno de fantasías, pero también un mundo desproporcionadamente competitivo.
Cada noche en mi sillita miraba, estudiaba y analizaba el por qué de la ambición humana, el por qué de la rivalidad, de la conveniencia y del falso compañerismo.
Y jamás llegué a una conclusión. Será porque no nací un Einstein.
Pero sí puedo asegurar que aprendí mucho de todo lo que ví. Y aún sin saber el “por qué” de esta enfermiza competitividad aprendí algo esencial:
El arte está muy por encima de todo eso, es como el aceite que flota sobre el agua, no importa cuanto lo remuevas que en cosa de segundos subirá hasta flotar eternamente, como yo subo cada noche a mi parcela y a veces hasta me atrevo a subirme aquellas tablitas aunque los zapatos de lunares ya no me caben ….
¡Da igual!, ¡bailo descalza! y dejo flotar mi arte y truinfo ante mi público, éste que ahora me lee y me apoya incondicionalmente porque ven mucho más allá de la ambición, ven a través del corazón, ven a través de los sentidos.

Gracias a toda esa gente que me apoya.
Gracias mamá por las “tablitas” y sobre todo gracias por los zapatos de lunares…
¡¡¡¡¡¡me encantaban!!!!!

domingo, 6 de julio de 2008

Mis primeras palabras.

Miraflores, 5 de julio de 2008

Mis primeras palabras.
Estas no podían ser otras que de agradecimiento a la persona que ha creado esta página, este pequeño rincón lleno de intimidad, un espejo en el que me miro y soy mirada, un espacio virtual en el que bailo, río, lloro, sufro y disfruto, porque todo cabe aquí y especialmente en este rinconcito donde en mis momentos de soledad me paro a reflexionar…. y dejo plasmados mis pensamientos, mis quejas o como en este caso, mi cariño y admiración por Patricia Avalo.

Mi Patri, esa mujer que yo tuve la suerte de ver crecer en todos sus sentidos, incluso en el más literal….pues la tuve en mis brazos de bebe y …¡que curiosa la vida! ya que hoy, hecha mujer me cose unas alas para llegar a vuestros hogares sin necesidad de desplazamientos y colarme en vuestro ordenador, ( cosa muy intima) y mostrarme como soy.
Porque nadie como Patri ha sabido reflejar quién soy, descubriendo mis aristas, dividiendo su percepción como piezas de un caleidoscopio hasta oferceros una imagen nítida de mi.

Gracias Patri, por tu excelente trabajo.
¡Ole tu!